Una tarta rústica con base crujiente cargada de vegetales frescos de verano como jitomates, calabacín y cebolla morada. El za’atar y orégano. le da un giro especiado irresistible, y el queso de cabra artesanal aporta el toque cremoso y salado. Un platillo perfecto para compartir bajo el sol con una copa de vino blanco.
Presentación: Congelada al alto vacío.